martes, 10 de abril de 2007

Cerebro, cabeza, Rostro

Tres corrientes de aguas fluyen en el mundo y con ellas el mundo se purifica. ¿Cómo? Al elevarse como vapor, regresa en lluvias, se conforman los ríos y estos se funden en los mares, por lo tanto todas las tierras se purifican.

Las escrituras Dicen que las “aguas de lo alto” permiten la existencia de las “aguas de lo bajo”.

Los tres ríos sagrados Gangà, Yamunna y sarasvati, son llamados triveni y están íntimamente relacionados de un modo confidencial con el gayatri y el esquema corporal.

Ga por gangà.

Ya por Yanmunna.

Tri por Sarasvati.

La confluencia de estos tres sagrados ríos es el más sagrado tirtha o lugar de peregrinación para millones de personas; y miles de millones a lo largo de la historia de la humanidad. Esta sagrada confluencia es el centro del mundo; el punto de mayor purificación y espiritualidad posible.

Nuestra estructura corporal es una partícula microscópica del universo y desde el punto de vista de nuestro planeta, se refleja en el esquema corporal tiene asiento en el puente de la nariz, entre las cejas.

Este es el tirtha, el punto sagrado donde todos debemos peregrinar porque allí resplandece bhargo y, gracias a la percepción espiritual, llegamos felizmente a las santas visiones.

Gangà en el esquema corporal representa el sistema nervioso en su fase derecha.

Yamunna representa la fase izquierda del sistema nervioso.

Sasravasti es la conjunción de ambas corrientes y está en el tirtha llamado cerebro, cuya interpretación es Bhargo-Dhimahi.

Las 24 sílabas del gayatri son canales de energía que circulan por el esquema corporal. Estas 24 sílabas forman 12 pares de derecha-izquierda y de izquierda-derecha (esto no significa que tiene alguna connotación de positivo o negativo como se utiliza el concepto generalmente en círculos espirituales).

El sistema nervioso del esquema corporal humano, tiene un propósito doble; por un lado transmite mensajes desde el cerebro a todas las partes del cuerpo y de este modo es posible que la mente controle a todos los miembros y órganos; luego, el sistema nervioso trasmite información desde y por medio de los sentidos, al cerebro.

Cuatro de los cinco sentidos (vista, oídos, gusto y olfato) vierten directamente a través de los nervios craneales contenidos en el cerebro.

Los impulsos que vienen de los nervios inferiores, tienen que ver con el sentido del tacto.

Si tomamos nota correcta, 31 miembros parten de la medula espinal y, hay un trigésimo segundo que es supremo y se corresponde a todo el complejo de nervios craneales que en total suman doce.

A qué conclusión llegamos? Por medio del sistema nervioso la persona ejerce control sobre la materia, pero por ese mismo sistema, se llega a lamente. Es una ruta o camino de ida y vuelta, de doble mano.

Si alguien desea conocer la meta-física, la experiencia espiritual, la vivencia trascendental debe conocer esas 24 sílabas y su conexión y confluencia final en el entrecejo que tiene asiento en la parte del cuerpo que llamamos cabeza.

Cuatro de los cinco órganos de los sentidos están en la cabeza (ojos, oídos, nariz, boca). ¿Estos órganos de los sentidos resultan de un suceso fortuito, algún azar caprichoso en el proceso de formación del fenómeno de vida llamado “humano”?

Se dice que la luz primordial de la cabeza del gayatri es Om y que se manifiesta en Bhur Bhuvah y Svahah y que las tres líneas de 8 sílabas cada una constituyen el cuerpo.

La idea, el pensamiento, la planificación y la realización dependen del cerebro y de los cinco sentidos que envían la información perceptiva.

De modo que concluimos que si consideramos que la cabeza preside el esquema corporal, debemos entender las cualidades y funciones generales de los órganos de los sentidos y luego aprender el sentido místico y las operaciones posibles para hacer del cuerpo un recipiente de luz y de santidad.

Aprender no es comprender y mucho menos aprehender.

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En la cabeza está el cerebro, la base física de la mente y la conciencia, es el cerebro. De modo que el rostro, en la cabeza del esquema corporal es una ventana donde se puede percibir el interior de las almas de las personas; es más, algunos vidente que han realizado el poder del gayatri, leen las vidas pasadas con solo contemplar los rostros; sin embargo se debe tener mucho cuidado con esta cuestión; ya que existe un abismo entre la afirmación “yo sé” y la verdadera capacidad espiritual de “ver”.

La realización de ciertos poderes espirituales no es un curso que se puede realizar en unas cuantas lecciones o en uno o dos años (por lo menos esto lo afirman todos los santos videntes y eruditos de gayatri), afirmar “yo sé” no es suficiente credencial para una persona que discrimina; como tampoco lo es cualquier titulo que se le otorgue “al que sabe”; luego se debe considerar que “intuir” no es “ver” en el sentido espiritual y en el contexto de lo que estamos investigando.

Discernir significa que hay una diferencia entre patología y verdadera realización espiritual y, mucho más cuando se trata de “ver” no de “saber”.

Saber, en el contexto de la espiritualidad puede estar ligado a rangos crecientes de imaginación en un momento de desborde sin control, termina en un episodio patológico.

Ver es tener dentro del corazón la gracia que proviene de lo alto y es una forma de contemplación desde el Rostro de Dios.

Existen ciertas reglas generales en el ámbito de la espiritualidad que se llama viveka o discernimiento, si se aplica este concepto resulta deseable a la hora de reflexionar sobre esta cuestión y, aún así, una practica acertada debería ser mantenernos en una actitud reservada y estudiosa de la cuestión.

Con esta aclaración, podemos continuar con nuestra investigación del gayatri en el esquema corporal.

Todo pensamiento, todo sentimiento, toda acción quedan impreso en el rostro del individuo; es decir, los rasgos de carácter están escritos en el rostro de las personas. No existe actitud emocional o mental por más mínima que sea, que no deje rastro en el rostro de la cabeza del esquema corporal.

Muchos grupos religiosos y filosóficos dedican tratados enteros al estudio del rostro de las personas; en China tiene categoría de ciencia socialmente aceptada; en la India existen numerosos textos en ese sentido; el budismo se preocupa sobre la cuestión y en el Islam y el Judaísmo existen escritos y autores muy autorizados; en este trabajo que nos propusimos, nosotros seguiremos las enseñanzas de los maestros de sabiduría celestial, tal como dejó como legado eterno el sabio Rishi Vishwamitra.

Analizamos someramente los órganos de los sentidos.

Ojo: el ojo debe tener necesariamente tejidos protectores debido a su delicadeza y a su alta exposición; estos protectores se llama esclera (es la zona blanca del ojo) y rodeando esa esclera están los músculos exteriores; sin estos músculos no es posible coordinar los movimientos de los ojos. Un dato llamativo es que aunque no se ven, normalmente el color de esos músculos es rojo. La pupila regula la cantidad de luz; como si fuera una cama ajustable, los músculos del iris dilatan o contraen las pupilas y permiten la visión.

Oído: es un complejo que se divide en externo, medio e interno y tiene la capacidad de retrasmitir al cerebro los sonidos que captan los nervios auditivos. El sonido ingresa, es captado y modificado por el oído medio y el oído interno lo convierte en un impulso nervioso. Existen una gran cantidad de fluidos dentro del oído y esto es lo que permite por ejemplo mantener el equilibrio corporal; también el tubo llamado de Eustaquio conecta al oído con la garganta.

Nariz: La nariz constituye uno de los principales canales del proceso total respiratorio; el nervio olfatorio determina la calidad del olor que percibirá nuestro cerebro y esto, como veremos, tiene una conexión con la espiritualidad.

Lengua: La lengua tiene unas diez mil papilas gustativas y como dicen los Vedas, determinan los cuatro gustos básicos, dulces, agrios, salados y amargos.

Tacto: cuando hablamos de tacto, debemos referirnos apropiadamente a los receptores del tacto y no en exclusividad a las manos o los pies, por ejemplo. El sentido de bienestar, de dolor, de profanidad, temperatura y vibración recorre todo el cuerpo, de modo que podemos concluir que los receptores que responden al concepto de tacto están por todo el cuerpo.

De modo que si analizamos el esquema corporal a la luz de las enseñanzas de los vedas, este conocimiento doble – del esquema corporal y de la espiritualidad – adquiere un significado profundo y encuentra un sustento y un modo de reflexionar inédito:

Solo si logramos santificar estas siete puertas, lograremos avanzar en el camino de la comprensión de Dios.

Debemos tener en cuenta que estos órganos de los sentidos constituyen 7 grandes posibilidades de alcanzar la santidad.

Como ya se enseñó en otro lugar, dos ojos, dos narices, dos oídos y una boca, suman 7 y si le sumamos el cerebro, esto suma 8: un pie del gayatri.

Pero cómo santificar estas siete puertas?

Los ojos deben tener una disposición a ver el bien debajo de todas las apariencias aunque estas se nos presenten superficiales, dolorosas y áridas.

Los oídos deben evitar por todos los medios escuchar la infamia y la calumnia. Se pierde toda una vida de espiritualidad cuando se acepta escuchar infamias y calumnias.

La nariz tiene una particularidad, muestra nuestros flujos mentales: si es entrecortada o ansiosa la respiración, podemos determinar el estado emocional de las personas. Un devoto tiene su respiración equilibrada, respira en santidad, pausadamente, sin agitación o ansiedad, porque sabe que en ella reside el secreto de la realización y de la contemplación.

La boca debe estar siempre asociada en la construcción de moradas de santidad. Cuál es el sentido de recordar los actos equivocados de los demás? ¿Por qué debe ser santificador dispersar entre las personas palabras hirientes hacia una persona?

De este modo si nosotros estamos siempre presentes en estos órganos de los sentidos y los utilizamos constructivamente, podemos modificar en poco tiempo nuestros desbordes emocionales y el constante vaivén y de la mente.

Sin los sentidos la mente no se puede moldear, ya sea para bien ya sea para mal. ¿Cómo?

El cerebro es el juzgado, los sentidos “recogen, captan” las evidencias y la mente imparcialmente pasa el dictamen; de allí que en los textos sagrados se diga: debes ser lo que crees que eres o, sé lo que tú crees que eres. También es conocido la declaración “aquello que la mente te dicta, eso eres tú.”

Los sentidos determinan de un modo dramático no solo nuestra relación con los demás, sino esencialmente la imagen que tenemos de nosotros mismos. La percepción más íntima que tenemos de nosotros mismos, nuestros sueños, anhelos y esperanzas.

¿Y el tacto?

Por ser uno de los órganos de los sentidos más extendido, lo dejaremos para dedicarle una reflexión particular.
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Si conocemos exactamente el significado y la función de los órganos de los sentidos, estaremos dando un paso trascendental en el camino de la comprensión de nuestro ser, del fenómeno de vida y del cosmos.
El modo en que nos comportamos es el resultado de la interacción de los órganos de los sentidos. Esta es una enseñanza por demás conocida. Los textos sagrados de todas las religiones dicen que esto es una “gran declaración”.
Tal como cada miembro del cuerpo está conectado con el cerebro a través del sistema nervioso, del mismo modo su contrapartida son las 24 silabas del gayatri que están conectadas a la energía del Espíritu Supremo.
Las silabas que se corresponden a los cinco sentidos que tienen siete puertas, encapsulan la esencia divina de luz capaz de descender de los ríos superiores para ofrecernos las lecciones que necesitamos aprender en este peregrinar por el planeta.
Cuando nosotros establecemos firmemente las silabas semillas de luz del gayatri en nuestros cinco sentidos, estamos reconectando todo lo que existe en el mundo a partir de nuestra percepción con el pensamiento luz semilla original de la creación; y esto se da en los términos de saber cuál es el propósito en la visión global del fenómeno de vida.
Somos evaluados y evaluamos por nuestra parte en el drama colectivo e individual de lo que llamamos vida sobre esta tierra y, esta evaluación depende de nuestros sentidos.
El canto del gayatri mantra es importante todo el tiempo, todos los días, pero es especialmente benéfico y transmutador durante los cambios de luna nueva y de luna llena; el poder de nuestra mente para modificar los aspectos más groseros es superior a cien veces por cada gayatri que se recita.
Por ejemplo durante los cambios de luna la practica comunitaria del fuego sagrado (Agni Hotra) y el canto del gayatri mantra, permite que en algunos devotos se manifieste en su campo energético que rodea al esquema corporal, un lingam que nace como una llama oculta en el chakra muladhara (en la base de la columna vertebral). Normalmente se mueve hacia arriba y alcanza la región del corazón, con color rojo púrpura. Esta energía de color rojo púrpura estalla y se transforma progresivamente en una luz de color amarillo o naranja brillante.
Este lingam que se manifiesta en el campo energético del esquema corporal es una representación del proceso de creación y de unión del macrocosmos y del microcosmos.
Es significativo señalar que el color rojo púrpura se corresponde con el aspecto shakti y que el color amarillo-naranja se corresponde con el supremo sonido de las 24 silabas. La unión de ambas en el momento de la manifestación constituye un evento de incalculables implicancias para el esquema corporal de la comunidad participante.
Todo esto puede ocurrir cuando los órganos de los sentidos están lo suficientemente purificados por el fuego sagrado de la sadhana.
Hoy, los científicos avanzan rápidamente en la comprensión de estos fenómenos espirituales, en un futuro no muy lejano se sabrá aún más sobre estos procesos.

Un domingo de marzo, mientras esperaba su tren en Londres, el neurólogo James Austin fijó su vista en la lejanía. Este médico estadounidense, formado en los más sólidos principios del positivismo científico, no vio nada fuera de lo común: unos cuantos edificios sucios y el eterno cielo gris. Medio ausente ante lo que observaba, Austin recordó en esos momentos el retrato de un budista sobre el que había estado leyendo. Y entonces percibió una sensación que jamás había experimentado antes. Una sensación de existencia individual, de que el mundo físico se separaba de él, evaporándose como la niebla de la mañana”.
Comenzó a ver las cosas «como realmente son», recuerda. La conciencia de «yo, mi o mío» desapareció. «El tiempo no era presente», dice. «Tenía un aura de eternidad. Era como si se me hubiera concedido la gracia de comprender la naturaleza última de todas las cosas».
Muchos llamarían a esto una experiencia mística, un momento espiritual; incluso, si lo prefieren, una epifanía religiosa. Pero James Austin, no. Más allá de interpretar su instante de gracia como algo ajeno a la comprensión de nuestros sentidos y mucho menos como la comprobación de que hay un dios, Austin se lo tomó como «la prueba de la existencia del cerebro». Como neurólogo, él sólo acepta que lo que vemos, escuchamos, sentimos y pensamos se origina en el cerebro. Aquel momento de Austin en la estación de tren le llevó a explorar los mecanismos ocultos de las experiencias místicas y espirituales. Es posible, razonó, que si el miedo y la conciencia de uno mismo desaparecen en un momento dado simplemente sea «porque algunos circuitos del cerebro se interrumpen».
En el Centro para el Estudio de la Ciencia y la Religión de la Universidad de Columbia, un programa investiga como las experiencias espirituales reflejan sucesos peculiares de la vida cotidiana «que luego reproduce el cerebro». El trabajo más reciente se concreta en el libro Religión en la mente, en el que se asegura que las prácticas religiosas tienen una influencia apreciable en los lóbulos frontales del cerebro, lo que se traduce en un mayor optimismo e incluso en una mayor creatividad.

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